Carlos
Fuentealba: Un enorme Maestro dentro y fuera de las aulas[i].
por
Pablo Frisch[ii]
Carlos
Fuentealba fue un luchador y es hoy un ejemplo para muchos de quienes ejercemos
la docencia en escuelas públicas a lo largo de todo el país. Proveniente de los
sectores populares, supo comprender las injusticias del mundo y enseño a sus
estudiantes a luchar con las ideas, con el cuerpo y sobre todo, con el ejemplo.
Fue sin lugar a dudas un gran docente, de esos que hoy estamos necesitando en
las aulas.
Es
contundente el legado que nos deja Fuentealba a quienes avanzamos hacia la construcción
de una Pedagogía Emancipatoria para Nuestra América, que no es otra cosa que
una búsqueda, un proceso, un camino hacia una sociedad más justa, más
igualitaria, más equitativa, más solidaria. Es por eso que esta intervención va
a estar centrada en su rol como maestro: sus inquietudes, sus reflexiones, sus
modos de enseñar. Es decir, en las enseñanzas que nos dejan algunos aspectos
pedagógicos y didácticos de su trabajo como docente.
Fuentealba
comprendió que enseñar es, principalmente, ayudar a otros a abrir la
complejidad del mundo y a desplegar sus potencialidades. Advirtió
inmediatamente que ello no es de ninguna manera tarea sencilla. Sin embargo tenía
cierta claridad respecto de tres cuestiones básicas para el ejercicio de la
docencia: qué enseñar, para qué enseñar y cómo
hacerlo.
Se trata de tres preguntas centrales que generalmente no nos hacemos los
docentes. Esto sucede por muchos motivos que no desarrollaré aquí. Lo importante
es que él se las formulaba permanentemente y las respuestas que iba encontrando
le suscitaban, como en todo proceso genuino de aprendizajes, nuevas preguntas. De
modo que el maestro Fuentealba también aprendía mientras enseñaba…, y ello porque
se dio cuenta de que la enseñanza es una práctica social compleja, que se
encuentra atravesada por múltiples tensiones.
Así
quedó registrado en las anotaciones de sus prácticas de residencia:
“Me parece importante tener en cuenta que para aprender se deben tomar
las buenas y las malas experiencias, teniendo en cuenta que aprendemos en un
conflicto permanente que genera contradicciones permanentes”. (Carlos Fuentealba, 2004)
En
lo que sigue, se retomarán algunos aspectos pedagógico-didácticos del trabajo
docente de Carlos Fuentealba a partir de los testimonios de sus compañeros y
estudiantes, como así también del registro de sus prácticas de residencia
Un docente que sabía qué enseñar:
Uno
de sus compañeros lo dice con claridad al comienzo del documental:
“Enseñaba física, química y dignidad”.
Otra
compañera afirma en otro momento:
“Él era un tipo que tenía muy claro su rol como docente, su función
docente. A él le interesaba que los pibes aprendieran. No es que sólo les
contenía, les daba afecto, Él quería que los chicos… te digo más, no sólo que
aprendieran, sino que les gustara aprender”.
Frente
a una escuela que se presenta cada vez más disociada de la vida real y que, por
tanto, abona a una progresiva enciclopedización, rutinización y burocratización
del conocimiento, resulta prioritaria la tarea de transmitir el placer inherente al aprendizaje significativo, es decir, aquél que nos ayuda a
comprender mejor la realidad que habitamos. Descubrir el mundo aprehendiendo su
complejidad ha de ser un desafío convocante porque el mundo está lleno de
misterios. Si la escuela se encarga sistemáticamente de anular al pequeño
filósofo que habita en cada niño, Fuentealba pudo y supo transmitir la pasión
por el conocimiento. En tanto él mismo sentía placer al aprender, quiso compartirlo
con sus estudiantes.
Sandra, su compañera, nos cuenta además que Fuentealba era un docente
tanto dentro como fuera de las aulas:
“Lo
bello que él me enseñó, que le enseñó a sus hijas, a sus amigos y a sus
familiares es que los placeres de la vida eran las pequeñas cosas: respirar el
aire del lago Huechulafquen, acampar, trepar montañas y no ese mundo de consumo
innecesario. No por ello dejó de pensar y decir que hay que pelear sí o sí por
las cosas grandes, por las cosas justas”.
Su claridad acerca de para qué enseñar.
Fuentealba
tenía claro que se debe enseñar apuntando hacia la transformación personal,
haciendo foco en el despliegue de las potencialidades de las que todos somos
portadores. Una estudiante nos cuenta en el documental una anécdota al
respecto. Ella estaba por abandonar sus estudios y entonces:
“Con mucha firmeza me
dice: A ver siéntese, vamos a ver este trabajo, Usted acá no es que no puede,
si usted se lo propone usted lo puede hacer. Y empezó a involucrarme él, yo sin
darme cuenta, en el trabajo y en un momento me encontré con que ya lo estaba
haciendo yo. Él creyó en mí yo no creía en mí. El sí lo creía y me hizo verlo.
Nos empujaba y nos daba aliento de que podíamos proyectar incluso y podíamos
soñar… nos permitía soñar”.
Pero también tenía claro que en un mundo profundamente marcado por las
injusticias y las desigualdades, resulta prioritario enseñar con miras a la transformación
social. Otra de sus estudiantes observa al respecto en el documental:
“Fue una de las cosas que más nos marcó. Nos estuvo diciendo todo el
tiempo: “chicas ¿ustedes qué es lo que quieren? Miren por la ventana”. Eran
todas casillas de madera, “¿Qué es lo que esperamos? ¿Queremos que esto cambie?
¿Queremos mejores condiciones para todos? Este es el lugar donde hay que
comenzar. Es acá donde ustedes tienen que arrancar””.
Y entonces, la pregunta fundante: cómo enseñar.
Fuentealba
comprendía perfectamente las contradicciones, tensiones y complejidades que
presenta la educación en el siglo XXI y por tanto, pudo vislumbrar el enorme
desafío que implica el abordaje de buenas prácticas de la enseñanza en dicho
contexto. Así quedó registrado en las anotaciones que tomó mientras
desarrollaba sus prácticas de residencia:
“Mi experiencia no fue para nada fácil. En cierta manera no me favorecía
el contexto escolar por cómo se planteaban las cosas, pero no me impidió
intentar llevar adelante mis ideas de cómo se debería enseñar y cómo se debería
tratar a los alumnos. En este sentido el acercarme a ellos y conocerlos,
entenderlos y compartir sus problemas me permitió negociar de alguna manera el
trabajo docente y tener una relación de confianza. Traté en todo momento de
mantener un equilibrio entre lo que debería ser y lo que yo entendía se tenía
que hacer, tomando el contenido como mediador entre el alumno y el docente,
reformulando constantemente la propuesta sin modificar el eje central que era
la lectoescritura partiendo de la elaboración de textos y de la idea de un niño
creador de textos”. (Carlos Fuentealba, 2004)
Tenemos
aquí a un docente lúcido que advierte el carácter
situado y contextualizado de toda práctica de la enseñanza, como así
también el papel central que en ese marco asume lo vincular y sobre todo, el lugar central que el conocimiento debe
ocupar en toda relación pedagógica. Se refiere también al
componente dinámico que necesariamente asume la planificación cuando es encarada como una herramienta y por tanto, como una hipótesis de trabajo, lo cual se manifiesta en la necesidad de reformular permanentemente la propuesta sin modificar el eje central.
La
claridad de la propuesta pedagógica de Fuentealba queda perfectamente ilustrada
en el comentario que hace uno de sus compañeros en el documental, acerca de la
forma en la que él evaluaba a sus estudiantes:
“Cuando
al alumno no le salía una cuenta, un profesor cualquiera, les dice ahí está
mal, ahí te equivocaste, corregilo. Fuentealba ¿Qué hacía? Agarraba la
hoja, ponía la hoja en el banco, sentaba al chico al lado de él y le decía
“vamos a ver en qué nos equivocamos. Vamos a ver por qué esta cuenta no nos
dio”.
Ese
enorme maestro que fue Carlos Fuentealba comprendió que evaluar no se reducía
simplemente a “poner notas” para “aprobar” o “desaprobar” estudiantes. Advirtió que se trataba de un momento más
de la enseñanza, en el que lo que debe evaluarse es un proceso colectivo de construcción de conocimientos que sólo es
posible cuando existe un compromiso real
tanto por parte del docente como del estudiante. Cuando dice “vamos a
ver en qué nos equivocamos”, está asumiendo plenamente su responsabilidad
como educador y a la vez, está apelando a la voluntad y capacidad del
estudiante para resolver el problema. Fuentealba enseñaba y aprendía también
cuando evaluaba.
A modo de cierre.
El
registro de las prácticas de residencia de Carlos Fuentealba nos deja una profunda
reflexión acerca de lo que podría y debería ser la escuela:
“Otra cosa importante que pude analizar y reflexionar es que el contexto
económico y social no son determinantes en la enseñanza de los niños, que
pueden aprender de igual manera, niños de distintas condiciones sociales, que
depende en gran medida de lo que proponga la escuela como institución y el
docente”. (Carlos Fuentealba, 2004)
Sin
desconocer los devastadores efectos que produce en gran parte de la ciudadanía la
distribución inequitativa de capital cultural, producto de las desigualdades
sociales, advirtió que la clave para revertir dichos efectos está en la
propuesta pedagógica. Al tan repetido discurso que dice “con estos pibes no se puede”, el Maestro supo oponerle un justo y
preciso “Por supuesto que se puede. Y
depende principalmente de nosotros, los maestros”.
En
síntesis: pienso hoy en el Maestro Fuentealba como un ejemplo para todos
quienes creemos en el potencial transformador de la educación. Un ejemplo de
lucha, un ejemplo de lo que puede y debe ser un maestro y sobre todo, un
ejemplo de coherencia. Había coherencia entre lo que Fuentealba pensaba, lo que
decía y lo que hacía. En eso estaba precisamente cuando se lo llevaron: allí,
en esa ruta, Fuentealba dio su última clase.
Lo
seguimos extrañando y sin dudas seguiremos aprendiendo de él.
Muchas
gracias.
Fuentes utilizadas:
- Fragmentos textuales del documental “Carlos Fuentealba. Camino de un Maestro”. Disponible en: http://www.encuentro.gov.ar/sitios/encuentro/programas/ver?rec_id=119897
- Registro de anotaciones de las prácticas de residencia de Carlos Fuentealba en 2004. Disponible en: http://www.agd.org.ar/novedades2008/Carlos-Fuentealba.htm
[i] Texto elaborado especialmente en ocasión de la presentación del
documental “Carlos Fuentealba. Camino de un Maestro” en la Ciudad de San Juan
el día viernes 10 de mayo de 2014 en el marco de las Jornadas Regionales del
programa “Jóvenes y Memoria” organizadas por el Ministerio de Educación de
Nación.
[ii] Lic. Prof. de Sociología (UBA). Docente de nivel medio en escuelas
públicas de la Ciudad de Buenos Aires. Coordinador del Departamento de
Educación del Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini.