Lunes, 15 de febrero de 2016 |
Una prisionera con la bendición papal
Enrique Palmeyro, colaborador directo de Francisco, entregó el rosario en
el acampe que se realiza en la Plaza de Mayo para reclamar la libertad de la
dirigente y expresó que el Papa “está muy preocupado por su detención”.
Antes de emprender su
viaje a México (ver págs. 18-19), el papa Francisco le envió un rosario
bendecido a Milagro Sala a través de uno de sus mas estrechos colaboradores
argentinos. El jefe de la Iglesia Católica también hizo saber a la dirigente
social y parlamentaria del Mercosur detenida en la provincia de Jujuy que “está
muy preocupado por su detención”. Francisco envió el rosario con Enrique
Palmeyro, uno de los argentinos de su mayor confianza, ex seminarista y número
dos de Scholas Ocurrentes, la red global de escuelas con estatus pontificio que
nació en el Arzobispado de Buenos Aires y ahora trabaja a nivel mundial.
Palmeyro se acercó al acampe de la Tupac Amaru en Plaza de Mayo “apenas bajó
del avión”, explicó a Página/12 Alejandro “Coco” Garfagnini, de la
organización. El acercamiento que da cuenta del nivel de preocupación de la
Santa Sede por una situación denunciada ante la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos y la ONU, agrega una cuota de tensión a la ya tensa atmósfera
con la que se prepara el primer encuentro entre el Papa y el presidente
Mauricio Macri, previsto para el próximo 27 de febrero.
Palmeyro es un hombre a quien las organizaciones
sociales conocen bien y de cerca por su actividad en la Confederación de
Trabajadores de la Economía Popular. También es un nombre conocido en el mundo
religioso. Fue seminarista, es profesor de teología, cumplió distintas
funciones gubernamentales a nivel nacional y en la ciudad de Buenos Aires y se
lo considera un hombre de la Iglesia. En el arzobispado de Buenos Aires trabajó
con quien entonces era el cardenal Jorge Bergoglio quien le encargó crear el
programa de escuelas hermanas de la Arquidiócesis de Buenos Aires, antecedente
de la red global, y el trabajo con los cartoneros. Con María del Corral –ex
director del Consejo de Educación del Arzobispado porteño– actualmente dirige
uno de los proyectos a los que el Papa impulsó en forma personal. “La idea que
sugirió Francisco es unir escuelas, fútbol y solidaridad”, dijo Palmeyro al
diario La Nación en el 2013 cuando se lanzaba la iniciativa.
El lunes pasado, este hombre se acercó a la carpa
central de la Tupac en Plaza de Mayo. La organización mantiene el acampe
acompañada por otros espacios en reclamo por la libertad de Milagro y en un
espacio permanentemente visitado por artistas, intelectuales, juristas y
referentes del mundo político y social. Palmeyro llegó allí y preguntó por Coco
Garfagnini, uno de los responsables de la organización. Como Garfagnini estaba
en una reunión, se encontró con otros integrantes del espacio. El diálogo quedó
registrado por alguna cámara y allí les entregó personalmente el rosario que
enviaba Francisco para Milagro y les manifestó la preocupación del pontífice
que trabajaba para la libertad.
El rosario todavía no llegó a manos de Milagro Sala
pero los integrantes de la organización le avisaron apenas lo recibieron.
Emilio Pérsico del Movimiento Evita –uno de los espacios que sostiene el acampe
y el reclamo– recordó a este diario que cuando la visitó a ella en la cárcel
donde comparte la comida con el resto de las presas, vio que Milagro colgó en
una pared el rosario que le regaló el Papa en junio de 2014, durante el
encuentro que mantuvieron en la Santa Sede.
Los reclamos por la detención de la dirigente indígena
comenzaron a escucharse desde las primeras horas. A las voces de los organismos
de derechos humanos locales como Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, HIJOS, la
Asamblea Permanente por los derechos Humanos, el CELS y Amnistía Internacional
se sumaron voces y presentaciones judiciales en foros locales e
internacionales, como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y la ONU.
El ex ministro de la Corte Eugenio Zaffaroni que hoy es integrante de la CIDH
calificó la detención como un “escándalo internacional” y en línea con las
organizaciones territoriales encuadró su detención como una detención política.
Entre esas primeras voces que se levantaron, también hay que situar a los
sacerdotes nucleados en Curas en Opción por los Pobres. El 31 de enero en Plaza
de Mayo pidieron que el Papa no reciba al presidente Mauricio Macri y durante
una misma advirtieron: “tenemos una hermana presa, presa política”. El padre
Eduardo de la Serna dirigiéndose a “los CEO” de la Casa Rosada agregó: “Y
nosotros no podemos no estar allí donde los pobres son maltratados.” Son ellos
quienes vienen además sosteniendo misas y presencias diarias en la carpa.
La intervención de la Iglesia oficial, en cambio,
comenzó a hacerse notoria hace unos días. Luego de un encuentro con mas de 30
organizaciones que manifestaron su preocupación por la situación de Milagro, el
obispo de Gualeguaychú y presidente de la Comisión Episcopal de la Pastoral
Social, Jorge Lozano, pidió una reunión con el jefe de gabinete Marcos Peña. La
reunión se hizo el jueves 4 de febrero en la Casa Rosada. Peña lo recibió junto
al ministro del Interior, Rogelio Frigerio y al secretario de Culto, Santiago
de Estrada. Con el obispo Lozano fueron Emilio Pérsico y Alejandro Garfagnini.
Lozano que se llamó así mismo como “facilitador” y no “mediador”, explicó luego
del encuentro que “me he comprometido a hacer las gestiones para que pudieran
tener esta reunión”. En el durante, hubo también otras gestiones menos
visibles. La propia organización con base en Jujuy pidió la mediación del
obispo de Jujuy, César Daniel Fernández, en diciembre cuando comenzó el acampe
en San Salvador y antes de la detención de Milagro (ver aparte).
Pese a este cuadro, Macri no da ninguna señal de aliento
al diálogo sino todo lo contrario.
En los últimos días y mientras se profundiza la
campaña de reclamos en el mundo, él mismo profundizó los gestos de apoyo al
gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, responsable político de esta situación. A
las declaraciones en campaña destinadas a estigmatizar el espacio político y el
trabajo territorial y comunitario de la Tupac, levantó una conferencia de
prensa en Davos cuando un periodista le preguntó por la situación de Milagro.
Días después, se negó a recibir a Estela de Carlotto y a los organismos de
derechos humanos en la Rosada que llevaban, entre otros, este reclamo. Ese
mismo día, sin embargo y casi como una provocación, se sacó una foto abrazado a
Morales. Luego siguió una visita a Jujuy para bailar los carnavales y realizó
dos desembarcos millonarios de 500 millones de pesos para la provincia.
En este contexto, la Rosada prepara el encuentro con
el Papa. Es el primero entre ambos y quienes conocen los tiempos del Vaticano
dicen que será “de tensa formalidad”. Uno de los datos que se señalan son las
últimas palabras de la canciller Susana Malcorra que salió a entibiar
expectativas al remarcar que de aquí en adelante a las relaciones entre los dos
estados serán relaciones institucionales. En este escenario de rosarios y
milagros habrá que ver qué pasa en la agenda con el tema de Milagro Sala. Su
situación y a juzgar por los últimos gestos del Vaticano parece ser claramente
uno de los ejes que los diferencian.