DOMINGO, 26 DE ABRIL DE 2015
FERIA
DEL LIBRO › “LAS PALABRAS HABITABLES (Y LAS QUE NO LO SON)”, UNA
CONFERENCIA MEMORABLE
“La realidad necesita de la fantasía”
La socióloga y antropóloga francesa
Michèle Petit analizó la importancia de las palabras, más allá de su
significado, en una formación humana que encuentre mejores vínculos con el
mundo circundante. “Necesitamos el arte, no somos sólo variables económicas”,
señaló.
Por Silvina Friera
“Somos animales poéticos; desde la más
temprana edad necesitamos del arte y la literatura para habitar el mundo que
nos rodea”, afirmó la socióloga y antropóloga francesa Michèle Petit en la
memorable conferencia “Las palabras habitables (y las que no lo son)”, en el
marco del Encuentro Internacional ¿Qué leemos? ¿Cómo hablamos?, en la 41ª Feria
Internacional del Libro de Buenos Aires. “Necesitamos el arte porque no somos
solamente variables económicas más o menos ajustadas a un universo
productivista. Más que ver en los libros y en la lectura una inversión para
futuros más rentables, veámoslos como espacios en los que vivir, de tanto en
tanto, un presente más vasto, más intenso, donde conciliarnos con el mundo y
con los otros”, agregó la autora de Leer el mundo (FCE), que presentó ayer en
el predio de La Rural, donde la literatura oral y escrita y las prácticas
artísticas se revelan como componente esencial del arte de habitar.
Petit se siente como en
casa en Buenos Aires. Vino por primera vez en 2000. Luego cerró el II Encuentro
Nacional de Bibliotecas Populares, organizado por la Conabip en la Feria del
Libro, en 2009. Desde 1992 investiga sobre la lectura y el papel de las
bibliotecas públicas en la lucha contra la exclusión. Aboga por la puesta en
marcha de una educación artística y cultural que contribuya a “una presentación
poética del mundo” y a la construcción de un sentimiento de pertenencia. “El
desafío no es sólo formar lectores en un momento en que su número iría
disminuyendo. A nadie se le ocurre que se les canta a los niños para que se
conviertan en grandes músicos. Se trata más bien de vivir experiencias esenciales
para el desarrollo psíquico, emocional, intelectual, estético; experiencias que
abren espacios propicios al juego, al sueño, a la exploración de sí mismo, de
los otros, del mundo, al compartir, al diálogo, al pensamiento, y que hacen que
el mundo se vuelva un poco más habitable”, planteó.
Escuchar a Petit es un
placer que conjuga la pasión con la inteligencia. Empezó hablando de la
adquisición del lenguaje en los bebés, cuando la palabra vale por sus
modulaciones, su ritmo, su canto. “En todas las culturas se aprende primero la
música de la lengua, su prosodia, que no se enseña pero que se transmite”,
subrayó. “De la primera infancia a la vejez, nuestras vidas están tejidas por
relatos que ligan entre sí elementos discontinuos. No dejamos nunca de contar,
a los que nos rodean o en el secreto de nuestra vida interior.” Un bellísimo
ejemplo le permitió ilustrar la importancia de la oralidad, el de Fátima
Sissani, cuyos padres habían partido de la Kabylia –en el norte de Argelia–
para ir a trabajar a Francia. Sissani decidió hacer un film, El idioma de
Zahra, cuando se dio cuenta de que la lengua que hablaba su madre no era un
mero instrumento de comunicación. Durante unas vacaciones a su tierra, Zahra
recita poemas con sus hermanas y amigas. “Zahra y sus amigas interpelan a la
montaña, al halcón, a la perdiz, a los ancestros. Esta lengua las relaciona con
el universo que las circunda; las palabras conforman un mundo muy habitable”,
reflexionó Petit.
Aunque está convencida de
que los libros “son un tesoro al cual acudir para llenar los bolsillos de los niños de conocimientos”, Petit es consciente de que
ese tesoro todavía se encuentra en el blanco de los fanáticos. La antropóloga
francesa enumeró una lista de víctimas: el escritor y bloger Avijit Roy, asesinado este año en Dacca,
Bangladesh; hace poco más de un mes, ISIS bombardeó la Biblioteca de Mosul, en
Irak, y destruyó 8000 libros raros y manuscritos del siglo XVIII. En Africa, la
secta Boko Haram inscribe en su nombre el horror a los libros –Boko es por
“book”; haram, “lo que está prohibido”–; sus miembros secuestran colegialas
para someterlas a esclavitud sexual. Diseñadores, humoristas gráficos y
periodistas franceses fueron asesinados en el atentado terrorista a Charlie
Hebdo. En México, 43 normalistas, futuros maestros, fueron masacrados. En
Kenia, asesinaron a 148 estudiantes.
“No se habitan los
números, como no se habitan las palabras estigmatizantes de los medios o de los
políticos que hablan de personas como de tantos problemas sociales”, advirtió
la autora de Lecturas: del espacio íntimo al espacio público, Una infancia en
el país de los libros y El arte de la lectura en tiempos de crisis, entre otros
títulos. “Uno habita en medio de objetos que proyectan un poco de belleza sobre
la cotidianidad. Uno habita una lengua cercana al cuerpo, a las sensaciones,
una lengua atenta a los detalles de la realidad que evoca, pero que da lugar
también a otro sitio, un más allá de lo inmediato, un pasado o un futuro
imaginado, una parte soñada. La realidad necesita de la fantasía para ser
deseable. Esa parte imaginada, invisible, es vital.”